¿Qué ocurre a día de hoy en nuestras universidades? Pues ocurre que el saber está al servicio de la masa. ¿Qué debemos entender por masa? Pues como bien define la R.A.E. "aquél grupo de gente que por su número puede influir en la marcha de los acontecimientos", y en este caso, los acontecimientos no son otros que el libre, razonado y fundamentado avance del saber.
Triste es la palabra, no hay otra, o quizás sí: indignante, humillante, injustificable, y por qué no, previsible. Sí, en efecto: era previsible. Y es que a día de hoy no hay sociedad -por muy libre que sea o pretenda ser- que esté lo suficientemente preparada o mejor dicho formada como para entender, digerir y asumir que una de las exigencias de la libertad -en este caso de la libertad intelectual- es que cualquier causa o idea debe poder ser defendida por alguien. Y es que como ya bien dijo Hayek: “La tragedia del pensamiento colectivista es que, aun partiendo de considerar suprema a la razón, acaba destruyéndola por desconocer el proceso del que depende su desarrollo”(1).
Las razones o, mejor dicho, excusas tras las cuales se escudan los censores son tan nimias como insustanciales y es que poco o nada importará lo mejor o peor fundamentada que esté la teoría en cuestión sino su adecuación o no a los intereses sustentados, ya sea racional o irracionalmente, por la masa. Esto demuestra no sólo la nula capacidad para entender, destripar y criticar respetuosa y razonadamente cuantos argumentos hagan falta para generar nuevos conocimientos (supuesto fin último de la ciencia), sino que además nos da una idea del acusadísimo “borreguismo” ideológico que impera hoy día por tantos lares supuestamente “serios”. Para que me entiendan, no es que un argumento deba ser, de facto, válido dialéctica o argumentalmente, es que lo único que va a importarle a la masa o, mejor dicho, a los que “amasan” (el poder) será, única y exclusivamente el tema tratado pero sobre todo, la tesis defendida. “No nos toquen las bondades consensuadas, que su esfuerzo nos ha costado endosárselas a la gente ” deben pensar algunos intelectuales mal llamados "progres".
¿A qué nos lleva todo esto? Pues nada más y nada menos que a la segregación del pensamiento crítico y a la elitización del conocimiento general en definitiva. Y luego se enfadan cuando la universidad dual crea o acentúa desigualdades sociales, pero si lo están pidiendo a gritos oiga. Tal vez lo que pase es que al final ellos mismos sean las primeras víctimas de su propia ineptitud intelectual y lo que haga falta sea tiempo y esfuerzo -mucho esfuerzo- por parte de aquellos que curiosamente son constantemente censurados (o directamente “retirados de la circulación” por su libertad e independencia intelectual) para poner fin a todo esto.
¿Estaremos ante otro caso de medio cuyos efectos sean seguramente mucho peores que el supuestamente -y a todas luces- “bondadoso” fin perseguido? Pero, un momento: ¿Qué valioso o preciado fin puede esconderse tras ese ingrato y poco vistoso medio que es la censura y/o trituración pública de docentes, discentes y pensadores “disidentes“ en general? Pues me quedan ya pocas opciones: ¿Intereses de alguna oscura conspiración adoctrinadora o mero daño colateral de la imperante dictadura borreguil ? Difícil elección.
(1) extraído de Camino de servidumbre, de Friedrich A. Hayek, pág. 206
César (07-04-2008)
Triste es la palabra, no hay otra, o quizás sí: indignante, humillante, injustificable, y por qué no, previsible. Sí, en efecto: era previsible. Y es que a día de hoy no hay sociedad -por muy libre que sea o pretenda ser- que esté lo suficientemente preparada o mejor dicho formada como para entender, digerir y asumir que una de las exigencias de la libertad -en este caso de la libertad intelectual- es que cualquier causa o idea debe poder ser defendida por alguien. Y es que como ya bien dijo Hayek: “La tragedia del pensamiento colectivista es que, aun partiendo de considerar suprema a la razón, acaba destruyéndola por desconocer el proceso del que depende su desarrollo”(1).
Las razones o, mejor dicho, excusas tras las cuales se escudan los censores son tan nimias como insustanciales y es que poco o nada importará lo mejor o peor fundamentada que esté la teoría en cuestión sino su adecuación o no a los intereses sustentados, ya sea racional o irracionalmente, por la masa. Esto demuestra no sólo la nula capacidad para entender, destripar y criticar respetuosa y razonadamente cuantos argumentos hagan falta para generar nuevos conocimientos (supuesto fin último de la ciencia), sino que además nos da una idea del acusadísimo “borreguismo” ideológico que impera hoy día por tantos lares supuestamente “serios”. Para que me entiendan, no es que un argumento deba ser, de facto, válido dialéctica o argumentalmente, es que lo único que va a importarle a la masa o, mejor dicho, a los que “amasan” (el poder) será, única y exclusivamente el tema tratado pero sobre todo, la tesis defendida. “No nos toquen las bondades consensuadas, que su esfuerzo nos ha costado endosárselas a la gente ” deben pensar algunos intelectuales mal llamados "progres".
¿A qué nos lleva todo esto? Pues nada más y nada menos que a la segregación del pensamiento crítico y a la elitización del conocimiento general en definitiva. Y luego se enfadan cuando la universidad dual crea o acentúa desigualdades sociales, pero si lo están pidiendo a gritos oiga. Tal vez lo que pase es que al final ellos mismos sean las primeras víctimas de su propia ineptitud intelectual y lo que haga falta sea tiempo y esfuerzo -mucho esfuerzo- por parte de aquellos que curiosamente son constantemente censurados (o directamente “retirados de la circulación” por su libertad e independencia intelectual) para poner fin a todo esto.
¿Estaremos ante otro caso de medio cuyos efectos sean seguramente mucho peores que el supuestamente -y a todas luces- “bondadoso” fin perseguido? Pero, un momento: ¿Qué valioso o preciado fin puede esconderse tras ese ingrato y poco vistoso medio que es la censura y/o trituración pública de docentes, discentes y pensadores “disidentes“ en general? Pues me quedan ya pocas opciones: ¿Intereses de alguna oscura conspiración adoctrinadora o mero daño colateral de la imperante dictadura borreguil ? Difícil elección.
(1) extraído de Camino de servidumbre, de Friedrich A. Hayek, pág. 206
César (07-04-2008)